Iglesia Parroquial San Juan Bautista



La Iglesia, dedicada a la advocación de San Juan Bautista, se edificó entre 1736 y 1766, cuyas obras fueron financiadas por los vecinos de Alcalà con la aportación de cuotas (“treinteno”: de cada 30 cántaros de vino, aceite o arrobas de trigo, entregaban una parte para su construcción). Los arquitectos fueron José Herrero y Joan Barceló.
De planta de cruz latina, el espacio interior del templo consta de tres naves divididas en cinco tramos con crucero, cubierto con una cúpula con pechinas, tambor con ocho ventanales y sin linterna.
La fachada, una enorme pared de perfil mixtilíneo, coronada de fanales y rematada con la estatua de San Miguel, se impone a las tres portadas, de composición simétrica, la central de tres pisos y las laterales, de dos pisos.
La decoración se basa en yeserías barrocas y pinturas en la bóveda de temas alegóricos y figurativos.
El gran retablo central fue realizado en 1996 por el pintor Vicente Traver Calzada, quien a través de su motivo central, la degollación de San Juan Bautista, deja reflejada la incontemporaneidad de la violencia y de la maldad.

En el interior de la Iglesia se encuentra el Museo Parroquial, y en él se exponen pinturas al óleo, paneles y otros objetos de orfebrería y ornamentos, los cuales permanecían almacenados de forma precaria hasta su redescubrimiento.

Torre del Campanario



En 1784, diecisiete años después de consagrado el templo, se inician las obras de la torre, el que es sin duda alguna el monumento más emblemático del municipio, con diseño y dirección de Joan Barceló, y concluida en 1803 por Blas Teruel.
Se alza en el lado derecho de la iglesia, y se trata de una torre exenta, de planta octogonal, con cuatro cuerpos separados por cordones perimetrales y un remate.
En la cima de esta torre hay una imagen de San Juan Bautista, de madera recubierta de plomo; y en la portada de acceso, enmarcada por pilastras dóricas, encontramos una hornacina con la imagen de Santa Bárbara.
Mide 68 m. de altura desde su base, lo que la convierte en una de las más altas de la Comunidad Valenciana. Todo el edificio está construido con caliza blanca sin signos ni marcas de canteros. Una escalera de caracol asciende hasta la cámara de las campanas.

Adentrándonos en la leyenda que despierta la tradición oral popular, se dice que fue cimentada sobre los sarmientos, para evitar que las fuertes corriente de aire la pudieran mover o terminar derribando. Desde arriba la vista del pueblo, el valle y las montañas dan una privilegiada visión de la zona, el histórico Corredor de Alcalá y la Sierra de Irta.